Llamadme anticuado… quizás
lo sea… pero no puedo evitar sentir nostalgia de alguna cosas que han ido
desapareciendo poco a poco de nuestras vidas, como por ejemplo, las cartas.
Hay ya generaciones enteras que ni tan siquiera saben lo
que es eso, y lo entiendo, y lo comprendo, porque a veces incluso a mí me
ocurre. Hoy día en casi todas las casas de este país cuando nos llega alguna
carta… o es una factura, o son recibos del banco indicando lo que nos roban, o
es propaganda.
Lejos ha quedado aquel momento en que abrías el buzón con toda la ilusión
del mundo y te encontrabas aquel sobrecito de papel, con el matasellos de
correos encima de un sello de X céntimos, o pesetas…
¿Nunca lo habéis sentido? Es difícil describir la alegría que daba abrir ese
sobre de la chica que te gusta, de un buen amigo, de un familiar lejano, que se
molestaba en escribirte cada cierto tiempo, y donde te contaba todo lo que le
había pasado desde que no os veíais… El aroma del papel (en algunos casos el
aroma de un perfume), las letras a bolígrafo o a lápiz, unas más ininteligibles
que otras, los besos al final, las postdatas…
El que lo ha vivido sabe de lo que hablo… y el que no lo ha conocido no
sabe lo que se pierde…
Ahora es todo más fácil, envías un mail y listo, chateas,
whatsappeas, etc, etc. Todo esto está muy bien porque hemos conseguido acercar
a las personas en el tiempo y en el espacio, tanto que parece que estamos casi
al lado, pero ha perdido la magia de la comunicación: Un Me gustas, un ok, un
vale, emoticonos por doquier, hacen de estas comunicaciones algo menos humano,
algo menos personal…
Pero yo me niego a
resignarme a que las cartas escritas a mano desaparezcan, yo seguiré
escribiendo cartas a quien quiera recibirlas. Reconozco que ya son pocas las
personas en mi vida con las que empleo este método, pero no pienso perder esta
costumbre.
Las cartas en papel y a
boli se han convertido en verdaderas obras de arte, un arte casi extinto…
Y por eso yo os invito a probar… coged y escribid una
carta a alguien a quien apreciéis, a quien queráis contarle algo que de verdad
os importa… yo os aseguro que os lo agradecerá de verdad… y casi seguro que os
contesta de la misma manera… Os animo a que lo hagáis… ¿quién se atreve?
Fran
Cazorla, escritor.
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